domingo 20 de abril de 2025

Movimientos libres, menos dolor y sin apuros: la experiencia de parir en el agua

Fausto Pas fue el primer bebé en nacer por parto acuático en la Clínica de La Ribera de Ensenada. El personal del centro médico acondicionó en pocas horas una habitación para instalar una pileta, donde la mamá dio a luz sin intervenciones. El respeto de sus decisiones, el acompañamiento, los controles y “la hora sagrada”. Relato de un momento animal y de recuperación de la historia ancestral de las mujeres.

Ana Spadafora es médica residente de Ginecología y Obstetricia en el Hospital Gutiérrez de La Plata y desde que tuvo el deseo de ser madre pensó en un parto fisiológico. Hace siete años que está en pareja con Leonardo Pas, viven en Berisso y el embarazo llegó a poco de empezar a buscarlo. Un día, su compañero vio una publicación sobre nacimientos en piletas en Bélgica y fue como un disparador. Ella habló con su médica, que se entusiasmó con la idea y rápidamente la dirección de la Clínica de La Ribera, en Ensenada, la autorizó a hacerlo. Desde que definió esta alternativa hasta que rompió bolsa pasaron solo cuatro días. En la semana del parto respetado, recuerda su historia con 0221.com.ar.  

“Yo quería parir y sabía que muy pocas personas iban a esperar el tiempo necesario”, cuenta la joven de 33 años. Su obstetra fue Florencia Hortel, quien está revolucionando la forma de dar a luz en la región: es una de las profesionales que busca recuperar a la persona gestante y su bebé como protagonistas del evento sexual, hormonal y fisiológico, sin intervenciones innecesarias. “Por eso la elegimos, además de que ya la conocía. La especialidad que sigo tiene que ver con ella también”, confiesa.  

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Tenía fecha para fines de noviembre del año pasado, pero se adelantó dos semanas. Era casi la medianoche cuando dejaron las últimas cajas de la mudanza, acomodaron un colchón y a las dos de la mañana Ana rompió bolsa. Aún no tenía contracciones fuertes ni reiteradas, pero como en el revuelo de bártulos no encontraba la herramienta para escuchar los latidos, decidió ir igual hasta la clínica ubicada en La Merced y Perú. La revisaron, estaba todo bien y volvió a su casa. Esperó que amaneciera para llamar a su doctora y a las dos de la tarde se internó.

En tres horas el personal de La Ribera acondicionó una habitación para lo que fue el primer parto acuático de la institución. Sacaron una de las camas para instalar la pileta redonda, inflable y acolchonada, que lleva un cobertor que se saca con cada uso y con un proceso especial de esterilización. Ana tuvo libertad de movimiento, se recostaba e hidrataba. Entraba y salía de la piscina, con agua a 36 o 37 grados –la temperatura humana, igual al interior de la panza-. También habían colocado una lámpara difusora de aromas, música y luz tenue. Una burbuja perfecta, en la que se iba controlando al bebé y a la mujer. Ahí estuvieron ellos, junto a la obstetra, la partera y el pediatra.

“Estaba la opción de hacer el trabajo de parto en la pileta y tenerlo afuera, pero en un momento ya no se me ocurrió salir porque disminuía el dolor y relajaba mucho las estructuras”, detalla. Al respecto, todas las personas con controles prenatales regulares y sin complicaciones pueden optar por un parto acuático, acompañadas por quien quieran y con supervisión médica.

En cuanto a los beneficios, se ha comprobado que se sienten más cómodas en este medio, que resulta analgésico. Uno de los mayores miedos y mitos es el ahogamiento del bebé, pero dentro del útero está rodeado del líquido amniótico a la misma temperatura que la bañera y no respira. Recién cuando se lo saca del agua y se contacta con el aire tiene un reflejo -el llamado "gasping"- por la primera respiración.

MAMÍFERA

Cuando las contracciones fueron mucho más intensas, Ana dijo que no daba más, pero la médica le avisó que ya faltaba muy poco. Empezó ese momento de transe, mamífero, animal, previo a la expulsión del bebé. “La sensación que tuve fue que ese dolor ya lo había experimentado. No sé si fue con mi nacimiento o con las mujeres que me tocó acompañar. Me concentré y pensé en otras mujeres, en mis ancestros, mi madre, mis abuelas y dije tiene que salir y salió”, relata emocionada.

Y agrega: “No queríamos saber el sexo, nos enteramos cuando nació. Eso fue hermoso, salió, lo agarré y sentí qué era”. Así llegó Fausto, fluyendo bajo el agua y con los ojos abiertos, enormes. “Fue una cosa increíble, sin intervención de nada, no le dieron ni una pastilla”, remarca Leonardo, después de destacar la buena predisposición de todo el equipo del centro médico de Ensenada.

Nunca los separaron de su hijo: como no hubo ningún tipo de inconveniente, el bebé estuvo piel a piel con su mamá durante su primera hora de vida, la sagrada. A los 15 minutos estaba prendido a la teta, luego hicieron los chequeos. Más tarde, el personal desmontó todo y trajo de vuelta de la segunda cama. “Todo esto influyó en el carácter del nene, es muy tranquilo”, asegura el papá.

CAMBIO DE PARADIGMA

"Para nosotros es importante hacer énfasis en la humanización del parto. Y que parto respetado significa respetar las preferencias de la paciente y su familia y la dignidad de la persona. En este sentido, es un nacimiento respetado aquel en el que le hacen cesárea a la madre si así lo desea. O analgesia peridural. Se respeta su voluntad”, resalta Sara Sureda, directora médica de la Clínica de La Ribera. 

En Argentina desde el 2004 que existe la Ley Nacional de Parto Humanizado: las madres y sus bebés precisaron paradójicamente de una legislación para que se defiendan sus deseos durante el nacimiento. La 25.929 establece que “toda mujer tiene derecho a un parto natural, a estar acompañada por la persona que ella desee, a elegir la posición en la que quiere parir, a transitar un embarazo, parto y posparto respetados en todos los sentidos y a ser protagonista activa y recibir información necesaria para decidir”.

Tiene vigencia tanto en el ámbito público como privado. Si bien hay profesionales que lo garantizan en cualquier establecimiento sin cobrar un extra, hay quienes pagan hasta $50.000 por estos partos, mientras que el honorario por el servicio de las parteras ronda entre los $5.000 y $6.000. Ana está dentro de las privilegiadas: el nacimiento de Fausto fue totalmente cubierto por su obra social.

Todos nuestros partos son respetados, tanto por nuestro equipo médico como por nuestro equipo de parteras, que ponen la calidad y la calidez de la atención como prioritaria”, apunta Sureda. El nacimiento de Fausto fue en el agua, pero si la persona gestante desea usar el banquito de parto, la tela de agarre para parir en posición vertical o usar la pelota de esferodinamia. Solo tienen que solicitarlo, todo según su decisión.

“El resultado final es impresionante. El esfuerzo y el cuerpo que le pone la mujer es un acto de amor. Ella tiene conocimiento sobre su propio cuerpo, hay que escucharla más, respetar los tiempos de cada persona. En definitiva, es la que pasa por ese momento”, insiste Leo. 

Ana afirma que las prácticas en torno a las formas de nacer están en pleno cambio. En su residencia ya asistió más de 250 partos, entre fisiológicos y cesáreas. “Tratamos de que sea lo más natural posible y con menos intervenciones”, sostiene. Y cierra: “Mientras el bebé y la mamá estén bien se puede esperar todo lo que sea necesario. Fue lo que nos pasó a nosotros. El que lo quiere probar que se anime. Yo lo volvería a vivir”.

Las historias sobre las experiencias de parir se multiplicarán este viernes en un conversatorio que se hará en el Centro Cultural Islas Malvinas, en el marco de la Semana Mundial del Parto Respetado. Será de 17.30 a 20 en el espacio de 19 y 50.

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