El acuerdo vecinal emula, como en tantas otras ocasiones ocurre, una ordenanza municipal que ya está vigente. La 9.548, que regula qué perros son potencialmente peligrosos, qué características deben tener sus dueños y cómo deben sacarlos a la calle. Según la normativa aprobada en 2002, las razas que entran dentro de esta categoría son la rottweiler, pitbull terrier, dogo argentino, filabrasileño, american staffordshire, staffordshire bull terrier, mastif, bullmastif, doberman, dogo de Burdeos, mastín napolitano, bull terrier, presa canario y akita inu.
Los dueños de perros de estas razas deben "ser mayor de 18 años, no haber sido condenados por delitos de homicidio, lesiones, torturas, contra la libertad o contra la integridad moral, la libertad sexual y la salud pública o asociación con banda armada, y no haber sido anteriormente sancionado por infracciones graves en materia de tenencia de animales".
Además, a la hora de sacarlos a la calle, deben hacerlo "con una correa no superior a los 2 metros, collar de ahorque y bozal". Sin embargo, como queda de manifiesto al salir cualquier fin de semana a alguna plaza, estas normas no siempre se cumplen. El pasado martes 2 de abril, mientras una nena de 2 años estaba con su mamá en la plaza Nuestra Señora del Carmen de Tolosa en 115 y 530, un perro -cuyo dueño estaba cerca con otro can- la mordió en la cara.
En el Hospital Sor María Ludovica le preguntaron a la mujer si los perros estaban correctamente vacunados, ya que de eso dependía la vacuna que debían darle a su hija. "Comenzamos a comunicarnos a través de los grupos de whatsapp. Y a movilizarnos en forma organizada. En la garita que existe en la plaza nos dijeron que el dueño de los perros seguía cierta rutina, de modo que al día siguiente tratarían de localizarlo. Y así fue. Entonces se puso en contacto con la madre de la niña y se pudo encaminar todo", contó al diario El Día Eduardo Hache, referente de la Asamblea Vecinal Tolosa.
"Desde muchos barrios llegaban a la Asamblea quejas de vecinos porque perros con dueño salían a la calle y defecaban en las veredas o en la plaza, donde luego juegan los niños", ejemplificó Hache, y explicó que este acuerdo de limpieza se amplió para dar lugar a la obligatoriedad del uso de la correa y el bozal. Este jueves, decenas de vecinos salieron a pegar por el barrio carteles con el nuevo "Código de convivencia perruna". "Fue un acuerdo entre nosotros. Aquí no intervino nadie más", aseguró el vecino.