sábado 01 de noviembre de 2025

La Venganza Será Terrible y La Plata, un romance de 30 años que se reedita este jueves

Patricio Barton el co-equiper de Alejandro Dolina desde hace 12 años en "La Venganza será Terrible" dialogó con 0221.com.ar sobre los secretos del programa que es un éxito en todo el país: el detrás de escena de la improvisación, los debates más insólitos, su mirada única y su relación con el público.

--:--

"La Venganza será Terrible", uno de los programas más importantes de la radiofonía argentina vuelve al Teatro Municipal Coliseo Podestá este jueves desde las 21, en un nuevo encuentro que reedita una relación con la ciudad que lleva más de 30 años. Barton acompaña a Dolina desde fines del 2007 y es parte de los pilares que sostienen el programa junto con Marcelo "Gillespi" Rodríguez y el Trío Sin Nombre (compuesto por los músicos Alejandro Dolina -hijo-, Martín Dolina Manuel Moreira), que musicaliza el final de cada emisión.

Lee además

Fuera de ser un programa radial convencional "La Venganza será Terrible" es una experiencia teatral que se lleva a cabo en vivo con la presencia de público, casi siempre en distintos teatros y lugares amplios y se transmite diariamente a la medianoche por AM 750. Su estilo clásico permanece vigente y con un rotundo éxito, que con el paso del tiempo y cambios en la forma de escuchar y hacer radio en general su público esta en un constante proceso de renovación.

0221.com.ar habló con Barton en un mano a mano imperdible:

¿Cómo es el público que escucha el programa?

Eso es loquísimo, porque nunca le sacás la ficha de qué público es. A La Venganza vienen pibes de 20 que están empezando con una carrera y vienen personas mayores de 60 que ya eran oyentes de antes. La verdad no encuentro ninguna explicación a eso. Y lo más notable es que por ejemplo el Negro con la edad que tiene debe ser la única que persona que es escuchada por pibes de 20, no se me hacen presentes otros casos. Lo habitual es que los públicos tengan edades parecidas a la de sus artistas y sin embargo el Negro sigue incorporando nuevas generaciones eso para mi es un misterio, es algo propio de Dolina. Eso sí que es de él.

¿Y el público platense?

—En La Plata lo que vemos como característica más fuerte es que hay mucho público universitario pero porque La Plata es una ciudad universitaria. Entonces siempre tenemos el cuidado de que cuando hacemos fecha en la ciudad no coincida con finales o vacaciones, algunas consideraciones para los estudiantes.

—Más allá de la estructura, cada programa y cada presentación es diferente, ¿cómo trabajan los temas?

—Los bloques de humor surgen de algún tema que está en alguna revista o en algún sitio de Internet y, con ese punto de partida, arrancamos. No es algo que tengamos premeditado para cada show. Es un programa que no tiene temas de actualidad y tiene muchas cosas de la antigua radio: como por ejemplo la presencia del público, temas de ficción en sus contenidos, músicos en vivo. Los temas no caducan, son temas universales y se puede escuchar en todo el mundo. A pesar del paso del tiempo, se convirtió en un programa super vigente, porque todo eso que es tan clásico y de la vieja radio se adapta perfectamente a las tecnologías nuevas como redes sociales. Hoy La Venganza puede circular en fragmentos y se puede escuchar lo mas bien sin escuchar el programa entero.

—¿Cómo influyeron las redes sociales?

El programa creció, multiplicó sus posibilidades, La Venganza tiene oyentes en todo el mundo y escriben argentinos desparramados por todas partes, es un programa que además se comparte. Se hizo una comunidad de oyentes, eso es muy fuerte y es muy notorio. Los vez en los teatros. Cuando vamos al Coliseo Podestá se nota que hay una comunidad de oyentes de La Plata, cómo hay comunidades de oyentes de otros lados.

—¿Cómo se trabaja la improvisación?

Tiene reglas bastante rígidas, lo importante es que no se noten esas reglas. Alguna de ellas es tener una escucha muy atenta, todo el tiempo tenés que escuchar al otro y hay una regla clave en que es la aceptación. Aceptar lo que el otro te propone. Por ejemplo, si digo '¿qué tal usted es farmacéutico?', ahí ya situé la acción en una farmacia y tengo que aceptar esa condición entonces todo transcurrirá en una farmacia hasta que el otro proponga una cosa o no. Y, si el otro no acepta lo que uno se está proponiendo entonces no avanza el discurso. Pero esta regla no es que nosotros lo pensamos antes, es algo que va fluyendo y también se va adaptando con el oficio y otro poco con la empatía que tenemos en el laburo porque la verdad es que hacemos un trabajo muy empático tanto con el Negro como con Gillespi.

—¿Hubo consejos o pautas cuando iniciaste el programa en relación a esta tarea?

Entre las pocas cosas que me dijo el Negro cuando entré a La Venganza, fue que tenía que nutrir el discurso y no clausurarlo, siempre hacia adelante. Si algo se empantana, se hace una pregunta. Si yo te digo por ejemplo, '¿usted dejó este maletín con un millón de dólares aquí?' y vos contestás que no, entonces eso termina ahí; pero si decís que sí das la posibilidad a el otro pueda continuar y si digo que no pero explico, también doy la posibilidad de continuar. La improvización te va llevando, es algo colectivo, se va armando. Es extraño porque por un punto no sabemos bien a dónde vamos y sin embargo estamos seguros de la dirección. No sabemos el destino final de eso pero sí la dirección en la que vamos.

—¿Se sorprenden de ustedes mismos?

Sí, eso es lo mejor, cuando te sorprendés es lo mejor. Porque lo raro es que por ejemplo mientras está transcurriendo la improvisación, a uno se le ocurre determinada cosa que por supuesto la tiene en la cabeza pero no la puede transmitir porque está hablando y lo curioso es que cuando uno va dando indicios a dónde uno quiere ir y los otros también se dan cuenta, acompañan ese movimiento. Eso no es algo que esté escrito, que te pongas de acuerdo antes es algo que surge en la improvisación. Creo que además también el público participa de eso a veces saben hacia dónde vamos, pero la pregunta que el público se hace es '¿cómo van a llegar hasta ahí?'.

—¿Qué diferencias hay entre hacer el programas en el estudio de radio y en el teatro?

—Es muchísima la diferencia. En el teatro estamos como con una tensión creativa más fuerte está ahí  la respuesta del público, entonces eso te da una presencia y una velocidad mayor que no logramos en el estudio donde estamos más relajados, el estar relajado se ve como una ventaja y sin embargo para todo lo escénico estar muy relajado no sirve  demasiado. Estas como más laxo más distraído. En el estudio hay que hacer otro tipo de esfuerzos. Pero hay temas que se pueden abordar ya con más profundidad o más lentitud y eso en el estudio sale mejor.  Ahora a mí me pasa que cuando estamos mucho en el estudio extraño al público  antes no me pasaba pero ahora sí.

—¿Tienen algún tipo de rutina de equipo para ejercitar?

Estaría bueno que todos pudieran hacer conscientes un ejercicio de imaginación, que hubiera un gimnasio de la imaginación. Quizás el programa podría funcionar así. Ojala la radio fuera así, que uno la prendiera para ejercitar la imaginación. Pero no hacemos algo concreto, llevamos lo que somos cada uno, con lo que es y nos nutrimos con lo que se nutre cada uno leyendo, escuchando música, estar informado, lo que pasa en la calle, el entorno todo eso se vuelca en el programa.

—¿Qué rol ocupás en el programa?

—A veces me corro del lugar de ser sensato, hago esfuerzos para ser sensato. Pero claro que mi rol ahí es de pivot y nutrir el discurso. Eso cada vez más va rotando. Aparece, como en el vóley, la rotación. Quizás lo más permanente es que yo sea el sensanto porque de alguna manera voy marcando las banquinas del camino por el que tiene que andar el discurso. Otras de las instrucciones primarias que me dio el Negro fue que la estructura clásica del trío es que eran dos contra uno, y yo era uno. Siempre me tocaba ser uno y eso sigue estando pero está más atenuado, a veces es otro.

Dejá tu comentario

Las más leídas

Te puede interesar