Se vistió por última vez como jugador el 11 de marzo del 2001, cuando Estudiantes derrotó como local a Gimnasia por 2 a 1 y el Pincha pasaba arriba en el historial por 42 a 41. Luego se conoció su enfermedad, hasta que el 27 de abril del año siguiente falleció.
Ana Laura Espósito, su esposa y mamá de sus dos hijas Camila e Iara, de 21 y 18 años, que estarán presentes en el regreso al nuevo Jorge Hirschi, confesó que “la cancha era su casa, todo Estudiantes era su casa, al punto que con sus padres decidimos que sus cenizas descansen en ese estadio, por lo que aquel domingo del cementerio fuimos directo a la cancha a dejarlo allí, solo con los más íntimos. El ya no estaba cuando Estudiantes dejó de jugar ahí, pero creo que hubiera estado muy contento de esta vuelta”.
“Nosotros nos conocimos en el 93, y recién a fines de ese año empezamos a salir, me tocó acompañarlo durante el Nacional B, con el dolor profundo que le causó descender. Teníamos una cábala durante todo ese torneo, ellos calentaban en la cancha auxiliar y yo tenía que esperar que pasara hacia el vestuario, él me tenía que ver ahí antes de entrar a la cancha y luego buscar mi lugar en la tribuna”, contó Ana.
Su compañera e hincha incondicional cuenta una historia conmovedora: “Imagino que va a ser muy emotivo, porque ese es un lugar especial, donde hemos vivido muchas cosas. Cami la primera vez que fue a verlo tenia 2 años y colgada al alambrado durante el partido le gritaba 'papá, papá', y me decía '¿por qué no me escucha?', y él después del partido me decía que sí la escuchaba”.
“Ellas ahora que son mujeres pueden comprender que las cenizas de su papá descansan en ese lugar, estaremos con la abuela, la tía de las nenas y con Luis Suarez (padrino de Cami), que ha sido siempre un hermano para él y un gran amigo para nosotras. Creo que nos va a movilizar bastante poder volver a donde todo empezó”.

Otro de los recuerdos que vuelca Ana en esa historia del Ruso Prátola en UNO también está lleno de emoción: “Cuando hacía un gol, que no era muy seguido, señalaba la tribuna donde yo estaba y una vez casados se besaba el anillo y buscaba mi lugar en la tribuna de 55 y 115”.
“Otro de los recuerdos que me vienen a la memoria fue el último partido que ganaron en esa cancha, aunque ya estaban descendidos y a pesar de eso fue una fiesta, el cariño de la gente era inmenso, pero como el Ruso era muy calentón y le dolió mucho ese momento, se fue inmediatamente y se perdió toda esa expresión de amor de la gente”.

Por último, Ana remarcó que “Estudiantes en la vida del Ruso fue su segunda casa, su segunda familia, cosechó amigos que hoy nos siguen acompañando a pesar de sus 17 años de ausencia. Yo también soy hincha y el club tiene un lugar privilegiado en mi corazón. Soy una agradecida porque no lo olvidan y a través de ese recuerdo sus hijas pudieron conocer la parte profesional de su papá. Será un momento especial este regreso, porque él está ahí”.