sábado 15 de marzo de 2025

Matea, un bar único en La Plata para tomar mate con yerbas boutique

El emprendimiento familiar se convirtió en el primer lugar de América Latina dedicado a los amantes de esta infusión y ya tiene previsto expandir sus fronteras. Un espacio donde se revelan todos los secretos del arte de cebar un buen mate y en el que desde el diseño hasta la pastelería giran en torno a la estrella del local: la yerba.

La entrada del local de calle 11 entre 42 y 43 ya anticipa un lugar cálido. Una puerta de vidrio enmarcada en revestimiento en madera y techo de tejas con laterales coloridos, da paso a un espacio –reducido pero bien aprovechado- donde el centro lo ocupa un gran dispenser con cuatro tipos de yerba. Así comienza la experiencia Matea, el primer Mate Bar Boutique no solo de La Plata sino de Latinoamérica, donde se cambió el concepto de una de las tradiciones argentinas.

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“En Argentina tenemos varios íconos vinculados a la cultura que realmente estaban puestos en valor. Cuando viene un extranjero y quiere vivir el fútbol como un argentino, va a una cancha. Cuando quiere comer un asado, probar nuestra carne, puede conocer una estancia. Con el tango ocurre algo similar, pero con el mate no pasa. Lo vivimos muy intensamente, en los momentos súper buenos y los no tanto siempre hay un mate”, dice a 0221.com.ar Uriel Charne, el alma mater del comercio que lleva poco más de un mes abierto al público.

Sin embargo, el emprendimiento familiar empezó a gestarse en 2014. El camino a la concreción del proyecto incluyó viajes a Misiones, estudio, un trabajo muy cuidado con pequeños productores, empresarios del rubro y sommeliers de yerba mate. El objetivo siempre estuvo claro: ofrecer una alternativa gourmet, completamente diferente a lo que se encuentra en las góndolas de los supermercados.

“Siempre que imaginé a Matea fue trabajando con cooperativas chiquitas, con productos que cumplan con un montón de requisitos y muy distintos, ya sea en propiedades, en paladar, aroma o el bienestar que genera a nivel salud”, sigue el licenciado en Turismo, que –para esta vuelta de rosca de la popular bebida- decidió ampliar sus conocimientos en negocios y cursar un doctorado en Administración de Empresas.   

PARA TODOS LOS GUSTOS

El comercio levantado a tan solo unas cuadras del corredor gastronómico de Diagonal 74 presenta más de treinta tipos de yerba, todas orgánicas, sin TACC y con dos años de estacionamiento natural. En el dispenser se encuentran las variedades Yaci, Guasú, Tupá y Takuapy, ordenadas de mayor a menor intensidad de sabor en boca y utilizadas como base para los blendeos. La compra mínima es de 200 gramos y los cien cuestan $30.

Pero la estrella del local es la bolsita blanca de letras verdes: las mezclas diseñadas por una sommelier de mate. En el local hay tres opciones, ideales para hacer regalos o para una ocasión especial. Por $150 se encuentran combinaciones con rosa mosqueta, hibiscus y canela; otra con flores de sauco y cascarilla de cacao; y también de frutos rojos, anís estrellado e hinojo. A su vez, hay paquetes de medio kilo elaborados por pequeñas fincas yerbateras y su precio ronda entre los $120 y $140.

“Siempre hacemos una charla previa con cada uno para ver cuál es su perfil y ahí vamos recomendando la que mejor se adapta. Nosotros explicamos las bondades de cada yerba y después la gente tiene que probar. No hay mucho misterio: probás, te gusta, probás, no te gusta”, subraya Uriel.  

El otro punto fuerte de Matea es la pastelería. Las recetas de las tortas, budines y cookies fueron pensadas en función a un buen maridaje con el mate. De hecho, una de las vedettes del comercio es “Iberá”: una torta en base a yerba infusionada, harina de almendras, pedacitos de este fruto y un topping de merengue con pomelo.   

Además, sobre un mostrador de madera y hierro se exhiben diferentes hierbas -poleo, boldo, burrito, menta egipcia, cedrón y peperina-, mermeladas artesanales, difusores para el ambiente y miel de primera calidad. En otro estante se cuentan distintos artículos de diseño, obviamente todo relacionado al mundo matero. Desde mates cancheros de distintos materiales, bombillas, posa pavas, hasta yerberas, azucareras y bolsos. Así se termina de cerrar el concepto: "pensás en mate, pensás en Matea”.

EL RITUAL

El comercio abre todos los días y son cada vez más los que eligen tomar mate en el lugar -que tiene un costo de $70-, además de solicitar eventos de degustación. Porque en el negocio de calle 11 no solo guían en la búsqueda de la yerba más adecuada para cada perfil, sino que también se revelan los secretos del arte de cebar un buen mate.

La experiencia Matea involucra los cinco sentidos. Es por eso que no se utiliza cualquier recipiente: el kit que entregan incluye un mate de vidrio transparente. “Hay que aprender a visualizar la yerba, que no se consume solo a través de la boca, sino que hay que mirarla, sentirla”, explica Uriel a este portal. 

Es así que el equipo de especialistas enseña a agarrar un puñadito de la preciada hierba, la acercan al oído y hacen crujir la hoja para demostrar que tuvo un buen proceso de secado. Además, prestan un pocillo con agua a 65°C para el primer mate y una bombilla con un packaging especial. Pero ojo, el agua del termito de medio litro -ploteado con la marca- está a la temperatura ideal para cebar: 85°C.  

La buena recepción de la idea hizo que el local ya tuviera que expandirse cuatro metros hacia el fondo. En principio tenían solo dos mesas, con una capacidad máxima para diez personas y ahora, sobre el piso de cemento alisado instalaron dos barras y banquetas de madera, similares al formato parador de algunas cervecerías.  

En Matea también se pueden pedir sándwiches y ensaladas: una solución para los almuerzos de los vecinos de la zona. El emprendimiento platense ampliará sus fronteras y está todo dado para que el año que viene se abran franquicias en otros países. “Una de las cosas que más disfruto en la vida, de verdad, son los fines de semana, cuando me levanto sin horario y preparo el mate de la mañana. Es el momento más lindo, lo asocio mucho a la felicidad”, cierra Uriel. Y tiene toda la razón. 

 

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