Las historias tienen nombres propios y por eso 0221.com.ar llegó hasta Berazategui para encontrar a un hombre de casi 60 años, con los mismos rulos de siempre aunque poco más blancos y con aquella tranquilidad que solía definir a los arqueros de sus tiempos. Se trata de Sergio Esteban Gurrieri, uno de los tantos que en el Pincha prestigió la mítica camiseta número 11.
“Estudiantes me marcó la vida y ese partido en especial, como tantos otros, uno lo tiene grabado y casi que se nos aparecen imágenes muy claras de aquella noche. Una cancha que explotaba de gente, un apoyo increíble y con cosas muy raras que pasaron desde que salimos al campo”, así empezó su recorrido Magoo, como solían llamarlo por aquellos años.
Gurrieri nació el 12 de septiembre de 1959 en Jujuy. Se destacó desde muy chico en Altos Hornos Zapla y en 1976 llegó a La Plata con sólo 17 años. Con un breve paso por juveniles y reserva, el 21 de noviembre de ese mismo año un tal Carlos Salvador Bilardo lo hizo debutar en primera.
“La verdad fue todo muy rápido. Me tocó llegar con un Bilardo en su plenitud, con treinta y pico de años. No paraba un segundo, no era fácil seguirle el ritmo pero por suerte me pude adaptar y compartimos momentos muy lindos. No se le pasaba un detalle. Aprendí mucho con él”, relató entre con un dejo de melancolía. El Doctor vio en él fuera de la cancha lo que muchos después verían dentro de ella: un delantero habilidoso y de buen pie que podía darle muchas alegrías al pueblo pincharrata, no se equivocó.

Con el tiempo, aquel histórico partido y su carrera vistiendo la albirroja fueron dejando paso a la historia. Más de 35 años después, Gurrieri se muestra contento y asegura que está aún permanece ligado al fútbol “es imposible dejarlo”, remata. Casi como para corroborar sus dichos agrega: “Estuve coordinando hace un tiempo las juveniles de Estudiantes con Guillermo Trama, luego dirigí por el interior y hoy trabajo con juveniles de Berazategui, siempre tratando de formar, de volcar lo que me enseñaron”.
“Los entrenamientos son a la mañana pero además de dedicarle tiempo a la familia sigo enganchado todo el día. Miro videos, analizo cada entrenamiento, observo partidos y trato de mejorar a los chicos, para que puedan llegar y si no que estén preparados para la vida”, contó el jujeño en un extenso diálogo con 0221.com.ar. “Para ayudar a los chicos trato de actualizarme permanentemente, hago todos los trabajos con pelota. Les cuento mis experiencias y les marco que no todos llegan. Bilardo me dejó la enseñanza que con el talento solo no alcanza, hay que sacrificarse. Muchos no lo entendieron y quedaron en el camino”, remarcó Gurrieri.

En el Pincha jugó 238 partidos, en los que marcó 43 goles. Está en la lista de los principales goleadores del club en la historia de la Copa Libertadores, competencia en la que se inscribió en la red en 6 ocasiones. Fue campeón Metropolitano en 1982 y campeón Nacional en 1983.
El Chango, otro de sus apodos, tiene un sinfín de historias para contar. “Tuve la suerte de jugar para la Selección en un Sudamericano juvenil que se jugó en Venezuela y lo compartí con Diego Maradona, un chico un año menor que yo, pero fue una experiencia increíble. Además con ese grupo terminamos siendo sparring del seleccionado que dirigió César Menotti y fue campeón en 1978”, contó emocionado Gurrieri y enseguida señaló con orgullo: “El fútbol me regaló muchas cosas”.

Fútbol y familia. Así es la vida de este jujeño, de vida simple y tranquila. Casado con Alejandra, padre de Mariano, Andrés y Emanuel. Abuelo de un varón y una nena. “Todos pincharratas”, aclara entre risas. “Miro mucho más por televisión, salvo algunos partidos que voy a ver a Estudiantes prefiero quedarme en casa. Me fastidian los traslados pero cuando los chicos quieren los acompaño”, cuenta alegre.
A pesar de los años, el recuerdo de aquella gesta de aquel 8 julio de 1983 sigue fresco en su memoria. Al repasar aquel 3 a 3 las imágenes se van agolpando una tras otra: “Fue todo muy raro. El árbitro amonestó a Trobbiani antes de empezar. Después lo expulsa a Marcelo y a Ponce y a los pocos minutos hago el gol y nos ponemos 1 a 0”. “Nos empatan antes de terminar el primer tiempo y en el comienzo del segundo nos meten dos goles más, nos expulsan a Camino y a Teves pero nos desplegamos, nos ordenamos, hago el segundo y no paraban de atacarnos. Buscaban golearnos y cerca del final llegó el empate de Miguel Russo. Fue una hazaña, aunque quedamos desarmados para el último partido. Esa Copa estuvo cerca”, recuerda con el pecho hinchado el hombre que fue clave en uno de los partidos más recordados por la afición Pincha.
A horas de un nuevo cruce entre Estudiantes y Gremio por la Copa, 0221.com.ar se despide de uno de los grandes protagonistas de aquella fría y memorable noche en La Plata: Sergio Esteban Gurrieri, jujeño, pincharrata y siempre ligado al fútbol, con los recuerdos intactos y agradecido de su historia teñida de blanco y rojo.