lunes 18 de marzo de 2024

El amor, las palabras y la fe: la fórmula del Profesor de la UNLP que se volvió viral

Su historia se hizo conocida a través de las redes gracias al posteo de una alumna de la carrera de Contador de la Facultad de Economía de la UNLP, que expresó su felicidad y la experiencia que tuvo en las clases de la materia “Costos para la gestión” a cargo del profesor Roberto Ávila. Su vida, su historia, el amor por la docencia y sus alumnos, fueron algunos de los temas que atravesó el profesor en una charla con 0221.com.ar, donde se mostró sorprendido y feliz por el reconocimiento de la joven y el resto de sus alumnos.

Roberto Ávila tiene 68 años, nació y vivió su infancia y adolescencia en Junín, donde se crió en una familia humilde pero con grandes valores de vida. Nunca le sobró nada y, según cuenta, hasta a veces no le alcanzó. “Yo entendí enseguida que la salida estaba por la educación y aposté a estudiar”, contó Roberto en diálogo con este medio. Por eso, luego de terminar la secundaria se las ingenió para poder vivir en La Plata, donde trabajó para solventar los gastos de su estadía y a la vez estudió la carrera de contador en la UNLP.

Lee además

Justamente su paso por la Facultad, donde se recibió en 1974, no fue el mejor. Desde el condicionante de la época que vivía el país con la dictadura militar, tiempos en los que era común que soldados irrumpieran en las aulas y suspendieran las clases, hasta el trato que recibió. “Uno no recibe mucho afecto, recibe conocimientos, a veces maltratos, ignorancia, indiferencia; pero consideración y valoración como ser humano por lo menos no lo recibí”, explicó Roberto, quien desde aquel momento tuvo sus ideas claras: “Siempre me propuse que si era docente lo iba a hacer, los alumnos no son un número”.

En cuanto al posteo viral de Camila Álvarez, una alumna de la carrera de Contador de la UNLP, Ávila se mostró sorprendido y feliz por lograr su cometido. “Fue emocionante e inesperado, me enteré de casualidad por mi mejor amigo de Junín que tenemos un grupo del secundario”, contó el profesor y agregó que siempre actúa de la misma manera con los alumnos pero sin esperar nada, sino “para ayudarlos a transitar el camino de la vida”.

Puntualmente sobre el día que se tomó la fotografía que la joven publicó acompañada del extenso y sentido texto, fue el último día de cursada de la materia “Costos para la gestión” de la Facultad de Economía. Aquel momento no fue sólo de despedida sino también de reflexión. Es que Ávila les pidió a sus alumnos que le hagan una devolución anónima de cómo habían sido sus clases, porque como cuenta “uno quiere ser evaluado para mejorar”, aunque nunca se imaginó esta situación.

Además de escuchar a los jóvenes, el profesor se encargó de memorizar los 52 nombres de cada uno, los observó durante los meses de cursada y ese último día les hizo un pequeño comentario a cada uno demostrando cuánto los conocía. “Exige un tiempo y una dedicación preocuparte por qué les pasa a cada uno de ellos, los que sufrimos mucho reconocemos a una persona cuando está sufriendo, al revés. Si estás atento a ellos hay una enorme cantidad de indicios como el brillo de los ojos o las lágrimas cuando tocás algún tema específico, pasa que esa persona que sufre piensa que es para siempre y tiene que comprender que eso terrible también le puede estar pasando a otro”, indicó el profesor sobre su labor.

En cuanto a su materia, siempre trató de enseñar los conocimientos y aplicarlos a ejemplos que suceden en la vida cotidiana. Tal es así que una parte del contenido de estudio hace referencia a las restricciones de las empresas y él trató de involucrar a los alumnos en su experiencia personal de vida para que ellos entiendan y puedan reflexionar en base a eso.

“Yo era una persona tímida, me ponía colorado al hablar y me acostumbré a vivir con esa restricción, hasta que dije que lo tenía que vencer. Entonces pensaba que tenía que encontrar un trabajo que me obligara a muchas miradas al mismo tiempo. Lo encontré en la docencia donde te están mirando y analizando todo el tiempo y así pude vencer esa restricción. Eso es la vida”, explicó Ávila sobre su propia historia y agregó: “Toda dificultad te enseña, siempre hay una enseñanza para sacar de lo malo. Todos los seres humanos estamos llenos de obstáculos y a veces pensamos que son insalvables, siempre hay alguien que está sufriendo y piensa que es para siempre”.

Claro que en su vida nada fue fácil, ya que atravesó por varias dificultades que lo fueron fortaleciendo -como perder dos veces el trabajo y sentirse desocupado y desesperado- para seguir en camino y hoy en día ayudar a otras personas a que también puedan confiar y hacerlo.

“El hecho de ser una mejor persona no te hace ganar dinero pero te hace sentirte en paz con vos mismo”, explicó Ávila, quien no sólo realizó distintos posgrados, sino que también fue decano de la facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Católica. “Aprendí a no ser soberbio, siempre les digo a los alumnos que cuando llegas al auge o a la cima no te la creas mucho, si crees que te llevás el mundo por delante, no admitís que después viene una nueva caída”, explicó.

Si bien en su caso cuenta que la fuerza de la fe lo salvó, debía buscar la manera de aplicarlo con el resto. “La mayoría de mis alumnos no tenían fe y tenía que encontrar alguna herramienta para que ellos salgan adelante aunque no crean en Dios”, contó y explicó: “Lo valioso de la vida está en la parte negativa, de las crisis se sale por el esfuerzo ya que si no das ningún paso no salís. Ahí se potencia todo el afecto de todos y sos capaz de llegar a nuevas cumbres”. Ni más ni menos que eso fue lo que realizó Ávila durante toda su carrera como docente: escuchar, ayudar y potenciar a quienes lo rodeaban.

Vaya si su poder llegó a las personas, que hace cinco años vivió una situación muy particular. “Un alumno de la secundaria me abrazó y empezó a llorar desconsoladamente, yo no entendía lo que estaba pasando, llamé a los padres y nunca vinieron. Seguí trabajando con él y hoy no solo es un rugbier exitoso, sino que me dijo 'Usted me salvó'. No es casual que se quiten la vida tantos chicos jóvenes y el gran motivo es la soledad”, aseguró sobre uno de los momentos importantes que atravesó.

Casado con María Esther, su gran amor y a quien conoció en la Facultad, padre de tres hijos y abuelo de seis nietos, tiene muy en claro su objetivo: “La misión del profesor es tratar de descubrir qué les está pasando y ayudarlos, también enseñarles un poquito a vivir. No tengo ninguna virtud excepcional, solo trato de que reflexionemos y ayudar al otro, la ayuda vuelve siempre. Los seres humanos necesitamos cariño, afecto y amor”. “Confíen en ustedes, ustedes mismos van a salir”, cerró antes de despedirse.

Dejá tu comentario

Las más leídas

Te puede interesar