La declaración de peritos y bomberos que participaron en la excavación que culminó con el hallazgo del cuerpo de Sonia Mabel Morel Escurra, enterrada viva en su vivienda de Villa Elisa, fue la nota saliente de la segunda jornada de juicio oral para el acusado, Oscar Daniel Raúl Abramo, pareja de la mujer al momento del hecho.
Los testigos confirmaron que el cuerpo estaba vestido y envuelto en una manta. Uno de ellos aseguró, también, que tenía puesta una bolsa plástica en la cabeza. En tanto, fuentes de la investigación consultadas por 0221.com.ar, agregaron que el cuerpo, además, estaba envuelto en una bandera.
En la escena del crimen trabajaron bomberos del cuartel de Villa Elisa y peritos de Policía Científica. Los testigos aseguraron que el cuerpo estaba enterrado a una profundidad de entre 25 y 50 centímetros, según las distintas versiones. Encima de la tumba había instalado un precario pelotero en el que jugaron las hijas de la víctima.
El hecho investigado por el fiscal Marcelo Romero fue descubierto el 21 de octubre de 2015 en una vivienda de calle 18 entre 422 y 424.

En el inicio del debate, la fiscal de juicio Leila Aguilar sostuvo en su lineamiento acusatorio que Abramo “abusó de su condición de hombre y en desmedro del género opuesto”. La atacó a golpes y la enterró viva. La mujer murió asfixiada. Tras enterrarla, construyó un pelotero sobre su tumba, donde jugaron las hijas de la víctima.
En la primera audiencia del debate declararon familiares del acusado quienes dieron cuenta de una personalidad agresiva y aseguraron que el sospechoso golpeaba “habitualmente” a la víctima. También que maltrataba a las nenas.
Tres meses antes del hallazgo del cuerpo, Abramo había dicho que la mujer lo abandonó, que se había ido a Paraguay y le había dejado las hijas al cuidado. Sin embargo no realizó ninguna denuncia por abandono de hogar como se estila en los casos de separaciones de parejas.

Mientras la víctima estuvo desaparecida, llegó a su domicilio una notificación de la Comisaría de la Mujer para que se presente a declarar en el marco de la denuncia que había abierto por violencia de género. Fue tarde, ya estaba muerta y enterrada en el domicilio que fue su tumba.
Según reconstruyó el fiscal Marcelo Romero en su investigación avalada por el juez de Garantías, Pablo Raele, "en los primeros días del mes de agosto” Abramo asesinó a su pareja en el hogar de convivencia. Está acusado del delito de "homicidio doblemente calificado por el vínculo y violencia de género", cuya pena prevista es la de prisión perpetua.
En su pedido, el fiscal detalló que “aun encontrándose la víctima con vida y con la finalidad de ocultar evidencia enterró el cuerpo de la misma en el patio del mismo predio, causándole su muerte por asfixia por sofocación”.

El informe preliminar de autopsia, firmado por los doctores Andrés Lamotta, Andrea Scaroni y Natalia Alpaca, integrantes del Cuerpo Médico Forense Departamental La Plata, explicita que "el cuerpo no presenta lesiones contuso cortantes; sólo un corte superficial en la parte superior de la frente de tres centímetros de longitud y un gran hematoma en la parte izquierda de la cara, a la altura del maxilar, no siendo causales del deceso ni la herida ni el golpe", según se detalla en el expediente al que accedió 0221.com.ar.
Entre otros puntos, Romero pidió tener en cuenta la declaración de un testigo quien declaró que el detenido “golpeó salvajamente en todo el cuerpo a su mujer embarazada con un cinto sin ningún tipo de reparo por la presencia de extraños y terceros” y añadió que “era una persona celosa, y acusaba a Sonia de prostituta”.
También destacó el fiscal el hecho de que aunque Abramo les dijo a sus conocidos que Escurra se había ido a Paraguay, éste no radicó “denuncia alguna sobre averiguación de paradero”; y que de acuerdo a la Dirección Nacional de Migraciones “la víctima tenía radicación permanente en el país y no registra movimientos migratorios”.
Romero destacó “el desprecio del imputado hacia el género opuesto” y manifestó en el escrito que “la circunstancia de haber construido sobre la improvisada sepultura de su mujer un pelotero, para que jueguen los hijos de la occisa, demuestra y exhibe en un acto de extrema abominación y cinismo un repulsivo desprecio por la vida de Sonia Mabel Morel Escurra, mancillando su memoria”.