"Yo no me considero un buscador de tesoros, ¡Ojalá encontrara un tesoro!", le responde a 0221.com.ar Christian FX, un reconocido detectorista -así se dice- que desde hace cuatro años tiene como hobby escaparse con el auto y sus equipos especiales a campos abiertos, ríos y mares, para buscar objetos de metal enterrados desde hace muchísimo tiempo. El hallazgo de viejas monedas, medallas, collares, anillos, cadenas, botellas y otras reliquias -muchas con cientos de años de historia- apasiona a este platense de 47 años que es referente para otros tantos curiosos como él que se desvelan por caminar horas y horas por terrenos desconocidos para rescatar pedazos del pasado perdido.
Christian FX se adentra en terrenos inhóspitos acompañado por sus buscadores de metales -una máquina que funciona sobre tierra y río, y otra hecha para operar exclusivamente en agua de mar- y así pasa alrededor de 10 horas hurgando en lo desconocido. "Lo nuestro no es buscar tesoros, sino cosas que por ahí no tienen interés arqueológico pero que para nosotros sí tienen valor, como por ejemplo encontrar un anillo de oro que se le cayó a alguien hace muchos años", insiste.
Es que lo que lo motoriza tanto a él como al numeroso grupo de personas que se dedican a esto -no solo en La Plata y alrededores sino en todo el país- es la satisfacción de tener entre sus manos objetos cotidianos que pertenecieron a viejas generaciones y que no se traducen en millonarias sumas de dinero, porque el valor es simbólico y no se compra; el placer es conectarse con el pasado a través de sus hallazgos.
"El otro día haciendo un pozo en Chascomús encontré un basurero de botellas muy lindas del año 1800", cuenta con entusiasmo, y aclara: "No buscamos en lugares de interés arqueológico, porque ahí estarías metiéndote en su trabajo. Nosotros tratamos de hacerlo con respeto, sobre todo en los lugares en donde hacemos pozos. Después de hacer nuestra tarea, los tapamos". "A los que empiezan les aconsejamos siempre que traten de respetar este espíritu, que sea un hobby y que respeten los lugares históricos. Si se meten en cualquier lado termina siendo perjudicial para la actividad", advierte.

"Cuando vas a un campo, la gente ahí es muy celosa; lo primero que tenés que hacer es pedir permiso. Los pozos que hacemos no son muy profundos pero estamos ahí invadiendo y buscando. Si vas a un campo le explicás a la persona lo que hacés, después le mostrás lo que encontrás y sacás", relata. Es que en realidad cualquiera puede emprender esta búsqueda de objetos perdidos, pero hay reglas implícitas en este mundo que se aprenden con el tiempo.
"Desde chico siempre quise hacer una búsqueda del tesoro, después de grande te vas dando cuenta que es muy difícil", explica y continúa: "Cualquier persona puede hacerlo, yo recomiendo hacerlo primero con equipos más accesibles, más baratos. Hay mucha gente que se compra un equipo y a las primeras salidas sacan muchísimas tapitas de vino y dicen 'esto no es lo mío' y lo dejan".
"Tenés que ir cambiando de lugares constantemente porque se van agotando. Las playas de río son cero dinámicas: vas una vez y sacás pero cuando volvés ya no. Las playas de mar, en cambio, son más dinámicas porque la marea trae y lleva cosas siempre; pero para que te dé sus frutos tenés que dedicarle mucho tiempo", expresa quien comanda "Detección Aventura", un canal de YouTube en donde sube todas sus travesías, seguido por 5 mil suscriptores.
"Si vos vas a salir, lo normal es estar como mínimo 4 horas. Yo paso más de 8 horas y me desconecto de todo; no llevo ni agua, me la paso caminando y haciendo pozos, me olvido de todo, la paso muy bien incluso si voy con amigos", narra.
¿Y qué encuentra? "A veces encontramos lugares en donde hay monedas de cobre de 1840, 1860, 1880. De vez en cuando encontramos de plata. Yo encontré de todo. Las cosas viejas de metal que son muy antiguas tienen mucha onda: estribos, llaves muy viejas con un laburo impresionante; un amigo encontró una tijera que tenía las caras de los reyes, el ojo de una cerradura todo laburado, tallado, monedas de todo tipo y de todos los países, anillos de cobre, plata, oro, medallas que incluso están con los collares".
"Cuando empezás, lo más normal es que encuentres tapitas de vino, de cerveza y de Coca Cola, pero después vas aprendiendo cómo buscar. Tenés que tener paciencia porque lleva mucho tiempo aprender", explica.

El detectorista más reconocido de la ciudad anduvo por Chascomús, Punta Lara, San Isidro, Quilmes, Atalaya y Magdalena, entre tantos otros rincones. "Recorrí muchas playas con suerte dispar. En el mar es muy difícil. En el río tenés que alejarte de la costa para que aparezcan las cosas buenas, pero ahí vienen los problemas porque empiezan a aparecer también los pozos, y con los equipos es muy difícil. Una vez casi me ahogo", comenta.
"El otro día encontramos en un campo una monedita de cobre de 1823, una espita de cobre de un barril muy buena, todas cosas que se usaban entre 1840 y 1850. En un pozo encontramos pedacitos de vidrio, empezamos a cavar más y ahí encontramos botellas enteras", cuenta.

Una vez que recolectan objetos, lo que hacen es asesorarse con estudiosos y coleccionistas. Hay grupos especializados que secundan a los detectoristas y les dicen de dónde es lo encontrado y de qué época data. "Cuando encontramos una moneda macuquina, que son las que se hicieron durante más de 300 años en Potosí, Lima, México -son monedas con formas aleatorias-, consultamos en el grupo indicado, con personas estudiosas del tema que nos asesoran; lo mismo con las botellas y otros objetos", detalla.
"La intención no es canjear las cosas por plata. Solo vendo las cosas de oro que encontramos", remarca. Hace poco anduvo por la Patagonia y cada vez que puede se escapa a algún descampado cerca de La Plata, siempre intentando conocer nuevos lugares, a los que va sin nada y vuelve con mucho.